Etapas míticas del Tour de Francia

La Grande Boucle es la carrera de tres semanas más importantes del calendario ciclista. Dado que en ella participan los mejores corredores del momento, cada año dos o tres etapas resultan espectaculares. De entre todas, recordamos algunas que han quedado para siempre en nuestra memoria.

La victoria de Chiapucci en Sestriere
(Etapa 13 - 1992)

Miguel Indurain dijo una vez que a lo largo de su carrera Chiapucci fue su rival más peligroso. Quizá sea porque aún se acuerde de la etapa de 1992 con final en Sestriere en la que el italiano le puso contra las cuerdas tras una escapada ‘suicida’ de más de cuatro horas. Chiapucci se caracterizaba por atacar en cuanto veía una oportunidad y aquel día lo hizo a los 50 kilómetros de la salida. Su escapada provocó un reguero de victimas, entre ellos el campeonísimo americano Greg LeMond. El único de los grandes que pudo perseguirle fue Miguel Indurain. De hecho, en el último puerto el buen ritmo del navarro presagiaba un final trágico para Chiapucci que veía como su perseguidor se acercaba peligrosamente. Por suerte para el italiano, cuando quedaban dos kilómetros para la meta, Indurain ya no pudo más y se vio obligado a bajar el ritmo. Finalmente, Chiapucci se llevó la etapa e Indurain un maillot amarillo que no soltaría hasta París.

La subida a Mont Ventoux que dejó exhausto a Merckx
(Etapa 14 - 1970)

El Mont Ventoux  -Montaña Ventosa- se llama así porque, según cuentan, en los peores días sus rachas de vientos pueden alcanzar hasta los 300 kilómetros/hora. Puerto mítico donde los haya, todos los grandes ciclistas quieren grabar su nombre en él y Eddy Merckx no quiso ser menos. En el Tour de 1970, el ciclista belga decidió realizar la subida al Mont Ventoux en solitario como homenaje a Tom Simpson, ciclista fallecido tres años antes en esa misma ascensión por culpa de una deshidratación provocada por la mezcla de anfetaminas y alcohol. Al pasar junto al monumento dedicado a su malogrado compañero se santiguó y continuó hacia la cima sin apenas fuerzas. Pese a que logró cruzar el primero la línea de meta, cuando los periodistas se acercaron dijo que ya no podía más y se desvaneció. Merckx, el invencible, tuvo que ser hospitalizado por un síncope.

Los ataques de Contador en el Galibier y el Alpe D’huez
(Etapa 19 – 2011)

Pese a salir derrotado en su intento por hacerse con el maillot amarillo, el 22 de julio de 2011 Alberto Contador nos regaló una de las etapas más bonitas que se recuerdan. El de Pinto tenía claro que sus únicas opciones para el ganar el Tour pasaban por dinamitar la carrera, por ello lanzó un tremendo ataque en la primeras rampas del Telegraph. Así, cuando a la etapa aun le quedaba un mundo, solo había cuatro hombres en cabeza: Contador, Schleck, Evans y Voeckler. Contador siguió a lo suyo y volvió a cambiar el ritmo para dejar atrás a Evans y Voeckler. Sin embargo, la larga bajada del Galibier permitió reunir de nuevo a todos ciclistas, salvo Voeckler que ese día dijo adiós a sus opciones. La etapa volvía a empezar en el inicio del Alpe D’huez y Contador volvía atacar en sus primeras rampas. Ésta vez nadie pudo seguirle. Pese a todo, su ritmo no fue suficiente para sacar la ventaja que necesitaba y, ni siquiera, para ganar la etapa. A falta de pocos kilómetros Pierre Rolland y Samuel Sánchez le adelantaron y el francés se proclamó vencedor.

El ascenso de Indurain en La Plagne
(Etapa 9 – 1995)

A Indurain se le conocía como ‘El Extrarrestre’, un apodo que en parte se debía a gestas como la del aquel 11 de julio de 1995. Ese año el navarro podía convertirse en el primer ciclista de la historia en ganar cinco Tours consecutivos y, lo cierto, es que conseguirlo resultó más fácil de lo esperado. Para la etapa 8 Indurain ya vestía de amarillo tras imponerse en una contrarreloj de 54 kilómetros. Un día después llegó su exhibición en La Plagne haciendo su triunfo incontestable para el resto de rivales. Al inicio del puerto Indurain iba acompañado de todos los gallos: Riis, Rominger, Pantani,  Virenque… Por delante Alex Zülle abría una ventaja de más de cuatro minutos y medio que lo convertía en líder. Sin levantarse del sillín ni mover un músculo de más, Indurain impuso un ritmo de pedaleo brutal que nadie fue capaz de seguir. Prácticamente en solitario, fue poco a poco rebajando la distancia con Zulle hasta conseguir que su maillot amarillo no peligrara. Un auténtico golpe de autoridad que noqueó a todos sus rivales y que allanó su victoria final.